AL FIN, SOLOS Resucítame tú, con esa mano que es tan tuya y tan mía y tan remota. Devuélveme al calor de aquel verano de la casa de Albaida y la de Rota. Resucítame tú, que en ti confío más que en cualquier milagro pasajero. Llégate por mis páramos baldíos porque de alguna forma, yo, me muero. Aunque hable, aunque escriba, aunque me ría, aunque lleve mortaja de colores y me encuentren feliz, esto va en serio. Resucítame tú y en este día, sácame del paisaje de esas flores que se van a dormir al cementerio.